LOS ASTILLEROS DE FALGOTE
Presente en Colindres desde el siglo XV, la construcción naval experimentó un salto cualitativo con el establecimiento en 1618 de los Astilleros Reales, en la zona conocida como “Falgote”, mediante un acuerdo de Felipe III de España y la Hermandad de las Cuatro Villas de la Costa del Cantábrico. Su fin era alimentar de naves a la Armada del Mar Océano y nutrir con galeones la Carrera de Indias (el comercio marítimo con las colonias americanas).
Situados en la primera revuelta donde se unen los dos ríos: el Asón al este y el Clarín al oeste para formar la Ría de Treto, y completamente rodeados de agua, se accedía a los astilleros desde Colindres de Arriba a través de un puente de estructura de madera, causa por la cual los vestigios arqueológicos conservados son más bien escasos. Podemos destacar que de Colindres salieron las mayores naves de guerra de la época; entre otros navíos: La Capitana Real del Mar Océano, Nuestra Señora de la Concepción y de las Animas, La Almiranta Real Santísima Trinidad…
Su importancia estratégica hizo que fuera uno de los objetivos del ataque de la escuadra francesa comandada por el Arzobispo de Burdeos en agosto de 1639: en aquel momento se estaban construyendo cuatro galeones en los astilleros, pero la defensa desde la Torre de Treto impidió que las naves galas pudieran alcanzarlos.
Un siglo después de su habilitación, en 1726, los astilleros reales fueron trasladados a Guarnizo, argumentando el mayor calado en su bahía, pues el tonelaje de los buques era cada vez mayor y la ría del Asón resultaba difícilmente franqueable para naves de gran porte. A lo que se sumaba la carencia de materiales, después de décadas de talas sistemáticas de los bosques circundantes.